miércoles, 25 de febrero de 2009

Bienvenida, justificación y advertencia


Empecé a escribir por nauseas. Puede que el hecho de tener una involuntaria cantidad de tiempo libre que nunca había tenido o escuchar las tristezas cotidianas de unos y otros haya ayudado un poco, pero nos centraremos en lo primero. Las nauseas son una sensación física, son algo real y somático que nos retuerce la tripa y nos invita a expulsar lo indigesto. Hay muchas razones para las que algo no nos sienta bien: puede que su composición misma sea contraria a lo natural y a aquello que realmente necesitamos para vivir y por eso el organismo se proteja O puede que un patógeno nos hace imposible su asimilación O puede que en su día, aquello que era apetitoso sea ahora caducado y corrupto… No lo sé, hay muchas razones.

El caso es que al principio, cuando las traidoras nauseas nos asaltan de improviso, intentamos engañarnos y pensar que son sólo algo pasajero. Un fallo cualquiera sin importancia que nos pone en alerta, que pasará sin dejar rastro, sin más importancia. Pero no es así, no lo es en absoluto. Sin saber muy bien porqué, apretamos las mandíbulas y encogemos el diafragma. Es curioso, pero es casi igual que cuando surge cualquier otro arrebato. La Rabia, el Placer, el Dolor, el Jubilo también se expresan de esta forma cuando viene de lo súbito. Simplemente estallan y nuestro cuerpo nos dice que están ahí conteniéndolas. Apretar la mandíbula y concentrar el diafragma es eso mismo, una contracción. Las mismas contracciones que nos anticipan cuando se acerca el momento de nacer. El momento en que algo se acerca, algo llega y queremos contenerlo estúpidamente con el cuerpo en un desafortunado intento por no dejarlo salir. A fin de cuentas, es como si nuestra propia voluntad se enfrentara contra algo que posee voluntad propia, pero viene de nosotros mismos, aunque no lo reconozcamos.

Este blog no es uno, somos muchos. Muchas personas reales, igual que tú y que yo, igual que nosotros, que sienten, sufren, se apasionan, se obstinan y se frustran ante un mundo en el que a veces debemos levantar la voz y hacer saber lo que pasa. En un mundo, que a veces es gris, y donde hemos decidido movernos –unos más que otros- por buscar la verdad. Al menos, si no llegamos, nos entretendremos contrastando nuestros personalísimos puntos de vista para no conformarnos con tantas mentiras.

Así pues, querido lector, te doy la bienvenida a la cruda realidad, despojada de cualquier intento desviado de esa enfermiza moda llamada corrección social. Espero que te revuelvas tanto leyendo como lo hacemos nosotros escribiendo...

2 comentarios:

  1. Es curioso que lo más atractivo de las entradas que van a componer este blog sea lo nauseabundo que pretendes que sean.

    Nauseabundas son las emociones, vomitadas desde el estómago revuelto y esputadas desde unos pulmones asfixiados. Nauseabundas las palabras que salen con escupitajos de la boca y son capaces de dejarlo todo más verde que el fondo de pantalla de windows.

    Nauseabundo, pero al fin y al cabo es lo que hay dentro, y se crea dentro de nosotros por algo que (nos) comemos, que (nos) fumamos. Es lo que hay. Puede ser feo o no tan bonito como nos lo encontramos la vez que (nos) lo tragamos.

    Sé que voy a encontrarme con algo nauseabundo, pero tengo que recordarte lo repulsivo que puede resultar un vómito aunque hayas comido un cordero del Narizotas, tan repulsivo que puede que en lo primero que piense uno es en cubrirlo de serrín para que nadie más lo vea.

    Y espero que tus náuseas no sean sólo de aborrecimiento...

    Ya estoy por aquí. En estos días me pondré al día de lo que llevas escrito. Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. ...gracias por convertirte en nosotros

    ResponderEliminar