domingo, 10 de abril de 2011

Reencuentro

Estás muy guapa y sigues con una sonrisa radiante", fue la primera de esas cosas que nunca se dicen que pensé. Supongo que tu nerviosismo tiene justificación, pero no debes asustarte. Yo ya lo sabía y si no, me lo imaginaba... A veces es mejor, porque así puedo verte feliz, imaginando que ahora tiene el abrazo que siempre necesitas y no fui capaz, o quizás no quise darte. Por un momento, incluso yo deseo que sigas fingiendo no verme, que no te acerques, pero los nervios, como siempre te traicionan. Y así, estática y en ese "prósopo" tan sólo trasparente para mi, puedo ver a través de tu sonrisa tensa y escucharte gritar mientras una parte de ti quiere salir corriendo de allí y la otra, aún se muere por caer en mis brazos. Él se da cuenta...casi todos se dan cuenta y ven lo artificioso que es el destino. Cuántas bromas pesadas nos quedarán por pasar. Al menos, él sabe donde está en ese momento y discretamente, se queda meditando en el segundo plano que le corresponde. Tranquilo y ajeno a la burbuja que nos separa del mundo y nos pone lejos, muy lejos, inalcanzables para el resto de los mortales. Te acercas con miedo y esperas a que yo hable... (lo siento, me parece muy divertido observar como avanzas con la espalda rígida, midiendo bien el espacio hasta el que puedes aproximarte a mi). Debes estar tranquila, ahora tienes un aparente equilibrio que no quiero dinamitar. Ya no hueles igual, no vistes igual y no sentimos lo mismo...pero sigues siendo tú y sigo siendo yo y hay cosas que no cambian... como la gravedad. Dicen que es imperceptible, pero a gran escala, es la fuerza mayor del Universo. Hace que dos cuerpos, por mucha distancia que haya, se atraigan si están hechos de materia. Supongo que ese es nuestro error de cálculo, no existen otros cuerpos que estén hechos de lo mismo que nosotros. Pero algo hemos aprendido. El beneficio de la comodidad y la búsqueda de la paz, la quietud inmortal cuando estamos lejos y ya casi desaparece esa voz de dentro... esa voz, que hace que nos encontremos de nuevo. De fondo, el mar se agita y los cantos de sirena quedan en silencio. El brillo del sol...u otra cosa, te impiden voltearte mientras te alejas repitiendo para qué has venido y buscas explicación a porqué nos hemos encontrado. Así que yo también me alejo, no podemos estar ahí en el mismo lugar mucho más... nada puede controlar una explosión nuclear, llegados a determinado punto. Así que me voy, sonriendo y recorriéndote sobre la ola que te besa a lo lejos, mientras que te sientas con él, pero no te toca. Y me marcho, sin mirar atrás, evitando el brillo del sol... u otra cosa.

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